jueves, 4 de octubre de 2007

PARA VOS.

Suelo escribir de muchas cosas, llevado por la razón, los sentimientos y las emociones; se diría que soy visceral, sale todo de mis entrañas. Pocas veces hablo con el corazón en la mano, de vos a vos, o como en España diríamos de tu a tu.

Es afortunado aquél que encuentra con quien compartir alegrías, vivencias, experiencias, también tristezas, desazones, malos momentos. A lo largo de mis 30 años de vida, pocas personas me han dado que pensar, hablar y discernir.

En esta etapa de madurez de mi vida, haciendo un balance de aquellos que pasaron a lo largo de este caminar, alguna se grabó en mi corazón, de forma impertinente sin pedir permiso, suspicaz, silenciosa. Diría que una vez más me veo sorprendido en la aventura de conocer y experimentar otra vida. Como a todos y ahora a mi, encontramos aquella persona que nos hace reír, disfrutar, sublimar y razonar nuestra existencia. Nos roba el sueño, adentrándose en nuestro yo profundo, es como la parte que nosotros no tenemos y nos complementa, nos vivifica.

Son casi las dos de la madrugada y estoy divagando, pensando como expresar este torbellino de sensaciones desencontradas, esta llama que lentamente me consume y me quema, y desea abrazar a quien se acerque. En esa necesidad de completarme que siento, no puedo dejar de pensar en que hasta diría que soy egoísta, pero como no serlo, estoy llamado a la felicidad; busco ser correspondido, cautivar, ser desprendido, ser contradictorio pero fiel a mi mismo, veraz y sincero. Aún así pienso que al expresarme soy ambiguo, un tanto reservado y hasta temeroso. Pero el que sepa leer entrelíneas puede adivinar mis pensamientos.

Soy el más humano de los humanos, no pretendo grandes cosas, sólo busco reír a la vida, acompañado, con los míos, conmigo mismo, escuchándome, valorándome, y creciendo, evolucionando. No voy a cambiar el mundo, pero el mundo tampoco me cambiará a mí, quiero ir contra corriente, sin titubeos, siendo realista pero nunca dejando de soñar.

Puedo afirmar que no soy dueño de mi mismo, pero si señor de mi mismo; ahora estoy en el juego de la vida, apostando una vez más, y esa es la aventura, decidirme a continuar.

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