jueves, 13 de septiembre de 2007

AL FIN LUZ VERDE EN UN TAXI.

Cada quien escribe según la sin razón de su propio intelecto, de su propia cultura y educación. ¿Quién puede juzgar la belleza de la prosa, de la magia de un poema incoherente, del espejismo de una redacción impulsiva? Cada uno escribe y describe la vida, según la percepción mas o menos herrada que se tenga, con las palabras discurren pensamientos a veces incomprensibles y oscuros, otras veces ciertos y locuaces y otras tantas absurdo y poco creíble, sin embargo aquello que salga de mi, de mi corazón, de mi mente, de mis entrañas, es fiel al abismo de mi yo.
Las palabras pueden ser burdas o también fugaces, pero nunca pasan inadvertidas, y al que juzgue, que juzgue según un único criterio; el respeto, que eso nos diferencia de los animales. Con mis palabras he venido a traer fuego, y cuanto desearía que ya ardiera entre nosotros.
Saludos a aquellos que subliman las palabras con sus reflexiones, saludos taxista.

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