martes, 14 de agosto de 2007

OJO POR OJO


La ley del talión prevalece en este mundo incrédulo y frío. Tu me haces, yo te hago; pareciera que la malicia a conciencia se apodera de las masas. El perdón es imposible, la bondad ilusoria, la caridad retributiva. Todos esperamos devolver algo de lo que recibimos, incluso en los males. La justicia es hacer a nuestros ojos, algo peor de lo que nos infligen, “desearás el mal a tu prójimo”. A simple vista parece justo que el “malvado” pague su castigo por sus actos dignos de reproche y repudio, pero ¿es que tenemos las manos tan limpias como para acusar deliberadamente, maquinar venganzas, levantar sospechas y falsos testimonios, y ser la voz de la recta actitud?. Ciertamente, que si trasgredí una norma, es justo recibir una pena, pero cual es el límite entre el hecho consumado (o la misma ofensa), la persona ofendida (que tendría que demostrarse), y el acto reparador (que tiene que ser medido por nuestra conciencia). ¿Quién nos hace estar del lado de los buenos?. No hablo aquí más que de las relaciones interpersonales, de hechos cotidianos que se dan en el barrio con los amigos o vecinos, en el trabajo, en las escuelas, en los hogares con las familias, con tu pareja... si queremos un mundo justo, empieza por casa. Es fácil actuar a impulsos, es difícil obrar con el diálogo y el perdón, y es aún más difícil olvidar. Se nos inculca hoy en día, actos ordenados de civismo, para ser un buen ciudadano o persona haz esto o lo otro, o no hagas esto o lo otro. Pero parece sospechosamente, que en este acto tan democrático de llevar a la buena convivencia, detrás pareciera que hay una cierta manipulación. ¿Quién debe decir como debo de actuar sino mi conciencia, y mi recta actitud, y quién es el que debe formar esa conciencia?, ¿es propio del Estado, o de las familias educar y criar a los hijos en la sana convivencia?. A cada cual su lugar.





Ojo por ojo, el mundo se queda ciego.



Blog Day 2007

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